jueves, 8 de febrero de 2007


Nací de madre trabajadora y de padre un poco explotador. Desde que tengo uso de razón mi madre siempre tuvo que trabajar para no ser un estorbo, y mi padre alentó cualquier iniciativa laboral que contribuyera a reducir sus gastos en el hogar.
Fue costurera, madre, diseñadora y maestra a la vez; pero cuando el negocio de la costura ya no dejaba los mismos ingresos que antes, se tuvieron que reemplazar la máquina de cocer por una carretilla, los hilos por ollas, las tijeras por cucharas y tenedores, y las trasnochadas en la máquina por las soleadas en la puerta del mercado.
Además de haber aprendido a coser, mi madre había obtenido lo largo de sus 48 años, la maestría de la buena cocina de su madre, mi MamáMarina; por eso no le fue costoso adaptarse al nuevo trabajo: COCINERA.
No era ni es una simple cocinera, llegó a especializarse en la preparación del delicioso y tradicional Ceviche o cebiche o seviche -bueno como se escriba- que durante 15 años, caseros y caseras esperaban saborearlo sábados y domingos bajo la apetecible y conocida sazón de Doña Eli, mi madre.

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